miércoles, 2 de julio de 2014

Woman Driver Wins Argentina Rally in 1962 Ewy y Úrsula LAS SUECAS





Ewy Inga Anne Rosqvist nació en Gotemburgo, ciudad frente al mar, cerca de una isla y al lado del río Gota, que une el mar con el lago Wener, en medio de un panorama paradisíaco. Su padre, criador de caballos, le enseñó a conducir cuando era muy niña y apenas llegaba a los pedales. Al terminar sus estudios no era de extrañar que siguiera la carrera de veterinaria y allí conoció a Úrsula Wirth, que residía a sólo 90 kilómetros del hogar de "Ivee", como todos la llamaban.- 

Desde entonces, Ewy y Úrsula se desplazaron juntas por los caminos de Suecia. "Cuando fui a la Argentina a hacer la hoja de ruta–recuerda hoy Ewy– ya estaba acostumbrada a andar los caminos, porque era asistente de un veterinario y me tocaba atender las urgencias de los animales, lo que implicaba viajar de un lado para el otro con nieve, sol o barro y hacer hasta 300 kilómetros en un día". 

Ewy conoció un joven aficionado de los autos y pronto se casó. Pero la relación terminó en fracaso. Cuando le preguntaron si creía en el amor, contestaba: "Porque creo en el amor, me casé. Y porque creo en el amor me separé de mi marido... un gran muchacho que me inculcó la pasión por el automovilismo". 

No fue extraño entonces que Ewy y Úrsula, de tanto andar por los caminos de Suecia, un día decidieran correr un rally con un Saab, para competir luego en las pruebas del torneo sueco. Pronto se propusieron intervenir en el Campeonato Europeo, y vinieron las victorias y los títulos. Tres veces Ewy Rosqvist conquistó el título europeo de Damas en Rally, entre 1954 a 1965, al comando de un Volvo P444 y PV544. 

Sus antecedentes llamaron la atención a los directivos de Mercedes Benz, quienes las invitaron, primero, a probar un auto y, luego de comprobar sus cualidades, las integraron el equipo. Debutaron en el Rally de los Tulipanes. 

Poco después les informaron que participarían en el Gran Premio Internacional de Turismo de 1962 por rutas argentinas, un lugar totalmente desconocido. La escuadra alemana inscribió dos Mercedes Benz 220 SE para Ewy Rosqvist, de 32 años, y Peter Khunne; y dos modelos 300 SE (de tres litros y mayor potencia) para Eugen Bhoringer y el argentino Carlos Menditeguy. 

A poco de llegar fueron la nota curiosa de periodistas y del público. Muchos, como no las conocían, pensaron que su participación era sólo una cuestión de marketing de la empresa alemana, que había designado a Juan Manuel Fangio (presidente honorario de Mercedes Benz en la Argentina) como director de equipo, tarea que compartiría con Karl Kling, su ex compañero de la Fórmula Uno. 

Viene de tapa. Al llegar el equipo Mercedes a nuestro país, Ewy Rosqvist (32) con su navegante Ursula Wirth (29), recorrieron toda la ruta haciendo una etapa por día, para descansar la jornada siguiente y anotar los detalles del camino. El único inconveniente que tuvieron fue que embistieron a unas ovejas, sin consecuencias para ellas y el auto. Ewy recuerda aquellas jornadas: “Ursula hacía unas hojas de ruta que sólo ella entendía y tenía tantas referencias que si se salteaba una era casi imposible volver a retomar la hoja ¡Pero nunca se equivocó en carrera¡”. 

Una curiosidad: cuando Úrsula anotaba en la hoja un viraje ponía “a fondo”. A su paso por Córdoba se reunieron con Oscar Cabalén, amigo de Fangio, quien les brindó amplios detalles del sector de la Pampa de Achala, oportunidad en que fueron agasajadas por el programa Motor y Camino en la empresa Marimón, en Vélez Sársfield 727. 

El Gran Premio. El Gran Premio abarcaría 4.624 kilómetros divididos en seis etapas, por el centro y norte de nuestro país, carrera que motivó, por su dureza, a varias fábricas europeas a participar con sus equipos oficiales. Mercedes Benz ya había ganado el año anterior con Walter Shock, a bordo de un modelo 220 SEB. Poco antes de la largada en Buenos Aires, Fangio dio las primeras instrucciones a las suecas: “Manejen como siempre. Vayan tranquilas y dejen que los rivales se eliminen entre ellos, ya que la carrera es muy larga. Piensen sólo en el auto y en el camino”. 

Y llegó la noche de la largada. Un total de 287 competidores, divididos en siete clases por cilindrada, iniciaron la marcha frente a la sede del ACA, para hacerlo en forma efectiva desde Pilar rumbo a Villa Carlos Paz. El numeroso público aplaudía a las “suecas”, cuya participación había llamado la atención de los medios y los curiosos. Frente al equipo Mercedes estaban como rivales los Volvo 122 S, de 1.800 cc, y se destacaban entre sus pilotos Gunnar Anderson (ganador en 1960) y los argentinos Rodolfo de Alzaga, Roberto Mieres y Atilio Viale del Carril, quienes, en condiciones normales, no podían aspirar a la victoria frente al equipo alemán. Lo mismo sucedía con los cuatro potentes Pontiac Catalina, de 400 HP, tripulados por Jorge Cupeiro, Reynal, Alvaro y Shelton, autos muy difíciles de conducir. 

En medio de la noche, la impresionante caravana avanzaba a toda de velocidad rumbo a Villa Carlos Paz. Por Río Cuarto, Menditeguy aventajaba a su compañero Bhoringer por más de dos minutos, perseguidos por los Volvo 122, mientras las suecas se mantenían tranquilas en el lote puntero. Ursula, acordándose de Fangio, anotaba todos los autos que encontraban abandonados en el camino... Y ya eran varios... 

Al llegar a Berrotarán, Bhoringer se encuentra con un vado cubierto de agua y, al cruzarlo, la toma de aire de los inyectores asimila el líquido en cantidad y se ve obligado a abandonar. A Menditeguy le sucede lo mismo, pero su acompañante saca las bujías y, tras 25 minutos, logra continuar. 

En tanto, los Volvo de Andersson y Viale pasan a la vanguardia, seguidos de las suecas, tan cerca que a los pocos kilómetros ya estaban al frente de la clasificación. Cuando se acercan a Villa Carlos Paz, Menditeguy logra recuperar terreno y supera a Ewy Rosqvist sobre la misma línea de llegada, pero no puede impedir que las suecas le ganen en tiempo por un segundo. 

En Villa Carlos Paz se produce un hecho inesperado. Menditeguy protesta por el tiempo, asegura que le sacó 300 metros a Ewy Rosqvist, que son por lo menos cinco segundos, saluda y firma autógrafos. Fangio se le acerca, preocupado, y le pide que se apure, ya que tiene 10 minutos para entregar el auto. Pero Menditeguy sigue protestando y, al llegar al parque cerrado, entrega el auto con un minuto y 10 segundos de retraso. Queda automáticamente descalificado. “Charlie” aducirá que un alemán lo demoró en la puerta del parque. Nunca se sabrá. Lo cierto es que Menditeguy toma su bolso, sube a un taxi y se dirige al aeropuerto Córdoba para regresar a Buenos Aires. 

Las rubias suecas están en la vanguardia y deben defender los prestigios de la marca alemana, ya que su compañero Hermann Khuenne está muy retrasado. 

La muerte de Khuenne. Las suecas parten en la segunda etapa, rumbo a San Juan, perseguidas muy cerca por tres Volvo, mientras su compañero Hermann Khuenne, con el otro Mercedes, se ubica a continuación. Ewy Rosqvist se afirma en el primer puesto con un buen ritmo de marcha y un manejo seguro y parejo, en un auto que funcionaba a la perfección. En tanto, el Mercedes de Khuenne trata de avanzar en el clasificador, pero en una recta de la provincia de San Luis, a 190 kilómetros por hora, se le cruzan dos ovejas y vuelca de punta y cola cuatro veces. El piloto es despedido al romperse los anclajes de su cinturón de seguridad y muere en el acto. Su navegante, Manfred Sheik, queda amarrado al asiento y resulta ileso. Lo lamentable es que algunas personas aprovechan luego para desmantelar el Mercedes. 

Al llegar, ganadoras de la segunda etapa y de la general, las suecas se enteran del triste final de su compañero. Aunque ahora están solas defendiendo los prestigios de Mercedes, quieren abandonar la carrera en señal de duelo. Una vez más, Fangio interviene y las convence para que continúen. Les explica que el mejor homenaje al compañero es continuar. Y les recuerda que si no superan ese momento les será difícil seguir corriendo en el futuro. Y de esto, Fangio sabía bastante, ya que en su campaña deportiva internacional murieron a su lado 32 pilotos. 

Las suecas continúan. Y siguen afirmándose en la punta. Ganan la etapa a Tucumán, y repiten el triunfo en Catamarca, Córdoba y en la última a Arrecifes, con ritmo y precisión, sin cometer errores. Sorprenden cuando llegan a la meta pulcras y con los labios pintados para que las salude un público sorprendido en el que prevalecían las mujeres, que se sentían reivindicadas por estas dos rubias que habían dejado atrás a los hombres. Finalmente, tras ganar las seis etapas, triunfan en la general con una ventaja de tres horas y ocho minutos sobre el segundo, Boris Garafulic (Volvo) y también en su categoría por 12 horas sobre Marcelo Borchardt, que tripula un Jaguar 3.800. Toda una hazaña y con récords. 

“Donde parábamos nos rodeaba el público. En los hoteles, el recorrido hasta nuestro cuarto estaba lleno de flores y la gente se agolpaba bajo el balcón para vernos salir. Nosotros le tirábamos flores”, recuerda Ewy. 

Mimadas. La suecas recibieron numerosos agasajos en Buenos Aires y luego en Europa. Fueron recibidas en Estocolmo por el príncipe Bertil y la princesa Lilian. 

La actuación de las suecas Ewy Rosqvist y Ursula Wirth constituyó un hito en el automovilismo argentino. Desde entonces, para los aficionados, serían simplemente “las suecas”. 

¿Qué fue de su vida? Ewy Rosqvist regresaría en 1963 para competir en el Gran Premio, pero acompañada de la navegante alemana Ana María Falk, ya que Ursula se había retirado del equipo (algunos dicen que no muy bien). Ewy ocupó la tercera colocación, detrás de sus compañeros Bhoringer y Glemser, lo que se repetiría en 1964. Fue la última vez que corrió en nuestro país, dejando un recuerdo imborrable. 

Poco después, Ewy se casó con el barón Guillermo von Korff, integrante de la junta directiva de Mercedes Benz, que estuvo en el equipo de Fórmula 1 junto al famoso director Alfred Neubauer. Vivieron varios años en Alemania, hasta que Von Korff falleció. Ewy regresa a Suecia y años después vuelve a casarse, esta vez con su compatriota Kart Gustav Sverderg, director de Daimler Benz Suecia, que también murió al poco tiempo. Ewy Rosqvist fue convocada por la televisión alemana y volvió a la Argentina para cubrir la información de Fórmula 1. También escribió el libro Viaje a través del infierno, que relata su actuación en el Gran Premio argentino de 1962. 

Hoy. En un piso decorado al estilo siglo 19, vive sola y, pese a sus 78 años, luce jovial y sonriente. Tiene muchas inquietudes intelectuales y está vinculada con los miembros de la corona. La aprecian en todo el barrio, donde la ven a bordo de su Mercedes A 190m, que ahora conduce con toda prudencia por las calles de Estocolmo. 

Según una entrevista realizada por la revista Autos de Época, conserva un gran recuerdo de Fangio, con quien se encontró varias veces en las fiestas de Mercedes Benz. 

Úrsula (75) no corrió más luego de la carrera argentina y vive en su ciudad natal.