Además de Bertha, también hubo otras mujeres pioneras en esta historia, aquí les contamos el rol imprescindible de Louise Sarazin.
Agradecemos la colaboración de María Laura Curzi en la traducción de este artículo publicado en la web de Daimler.
El primer viaje de larga distancia en un automóvil patentado por Benz —que también fue la primera gira promocional y la primera prueba de endurance en la historia automotriz— lo realizó una mujer: Bertha Benz. Y el avance para el nuevo invento revolucionario alemán se logró en Francia, gracias al espíritu emprendedor de otra mujer: Louise Sarazin.
Gottlieb Daimler confió en Louise Sarazin
El año 1888 también fue importante para el avance del automóvil en aspectos económicos, y de nuevo una mujer tuvo la participación mayoritaria. En ese año, Louise Sarazin se hizo cargo de las operaciones comerciales de Gottlieb Daimler en Francia, un país de tecnófilos que fue de los primeros en donde el nuevo vehículo revolucionario elevó el entusiasmo de la gente. Mientras Alemania miró con escepticismo su invento, en Francia el automóvil se dispuso a conquistar el mundo.
La historia del automóvil en Francia comenzó con la venta de motores de Daimler-Motoren-Gesellschaft; y la cordial relación entre Gottlieb Daimler y Edouard Sarazin, a quien el inventor alemán conocía de sus tiempos trabajaron para la compañía Deutz. El abogado parisino siguió las actividades de Daimler con cercano interés: Sarazin lo visitó cuando comenzó a experimentar en Cannstatt en el motor de combustible de alta velocidad y estaba emocionado con el invento. «Después de la colaboración inicial de Daimler y Maybach, Sarazin inmediatamente reconoció el significado de sus logros», escribió Friedrich Schildberger, sobre la historia del automóvil en Francia. Los dos hombres, que se llevaban bien, acordaron que Edouard Sarazin importaría los nuevos motores a Francia después de producidos. Con nada más que un apretón de manos, adquirió los derechos condicionales para vender todos los inventos futuros de Daimler en territorio francés y Gottlieb Daimler encontró el "socio distribuidor" que había estado buscando. Su trabajo era proteger las patentes de Daimler en el extranjero, sobretodo en Francia.
Por lo tanto, en 1887 Edouard Sarazin inició las conversaciones con el empresario Emile Levassor para construir motores Daimler en Francia. Ya se había familiarizado con Levassor, y su socio René Panhard, de la compañía Panhard & Levassor, en sus días de estudio en L’Ecole Centrale. Pero poco después Edouard Sarazin desarrolló una enfermedad en el riñón y murió el 24 de diciembre de 1887 a la edad de 47 años, antes de que las conversaciones se completaran.
En su lecho de muerte, le dio instrucciones a su esposa de que continuara su trabajo de propagar el invento de Daimler por toda Francia: «En nuestros intereses y por el bien de nuestros hijos, recomiendo que mantengas la conexión comercial con Daimler. Su invento es completamente confiable y tendrá futuro, en magnitud que no podemos comenzar a imaginar». Estas pueden no haber sido las palabras exactas, pero en cualquier caso Louise Sarazin le escribió a Gottlieb Daimler, ofreciéndole continuar el trabajo de su esposo en Francia. «Ahora buscará un nuevo representante en Francia», escribió en una carta. «Pero como estoy familiarizada con todas las negociaciones que se realizaron hasta ahora y completamente informada de los detalles hasta el día de hoy, me dispongo a su servicio para ayudarlo con su trabajo hasta que encuentre un reemplazo adecuado de mi esposo».
En su respuesta, Gottlieb Daimler expresó primero su consternación por la muerte de su amigo, pero también respondió positivamente a la propuesta comercial de la señora Sarazin y aceptó «con entusiasmo». «En los temas comerciales, no tengo apuro de buscar un nuevo representante en París, y estoy contento de escuchar que usted está completamente familiarizada con nuestros temas comerciales y quiera asistirme. Acepto agradecido su oferta. En suma, percibo que usted cree en mi motor, igual a como lo hacía el señor Sarazin, y puedo entender bien que no quisiera ver los frutos del trabajo de su esposo pasar a otras manos. Con estas líneas, deseo decirle que espero que actúe como su esposo hubiese querido cuando le aseguró que permanecerá involucrada en el negocio, incluso si no puedo decirle exactamente como. De cualquier forma, no comenzaré nada en el futuro próximo sin primero buscar su consejo». Escribió el autor Friedrich Schildberger que era típico del instinto seguro de Daimler que claramente reconoció las habilidades excepcionales de esta mujer. Esto resultó en un acuerdo en que ella mantendría el negocio de la Daimler Motor Company bajo licencia en Francia. Como primer paso, Louise comisionó a la empresa Panhard & Levassor para fabricar motores Daimler, como había acordado su esposo antes de su muerte.
Sin embargo, a otros hombres les faltaba este instinto. Louise Sarazin primero tuvo que probar que podía aportar una contribución útil como mujer y mantener su parte como socia comercial. Pero no tenía pensado dejar que la rebajaran y probó ser altamente persuasiva en nombre de los nuevos motores y sus posibilidades de uso en vehículos privados.
Poco después, Emile Levassor contactó a la viuda para preguntarle si debía continuar y construir los motores bajo patente Daimler como había ordenado su esposo. Recibió la respuesta de continuar y en febrero de 1888 Louise Sarazin viajó a Cannstatt para ver de cerca el invento de Gottlieb Daimler. Estaba tan impresionada con la demostración que concluyó acuerdos obligatorios con el inventor alemán en la venta del automóvil Daimler en Francia. También se trajo a casa un motor monocilindro. Schildberger interpretó el encuentro así: «En general, viajó a casa con la convicción de que la actitud de Daimler y el estado de tecnología ofrecería la base necesaria de confianza para asegurar el éxito futuro». Agregó: «El hecho de que Daimler reconociera claramente los talentos excepcionales de esta mujer era indicación de lo confiable que eran sus instintos».
Adelante: Emile Lavassor y Emile Mayade. Atrás: Louise Sarazin-Levassor y René Panhard |
Aunque la respuesta de Emile Levassor a los planes de Louise Sarazin fue inicialmente guardada, eventualmente consiguió infectarlo con entusiasmo. En octubre de 1888, viajaron juntos a Cannstatt y la visita probó ser un gran éxito: Emile Levassor y Gottlieb Daimler rápidamente se llevaron bien y en seguida desarrollaron una amistad cercana basada en el respeto mutuo.
Luego de la visita a Cannstatt con Emile Levassor, la señora Sarazin firmó contrato con Gottlieb Daimler, el 5 de febrero de 1889 en el que finalmente selló el ingreso del automóvil en Francia: según esto, Daimler recibiría el 12 por ciento del precio de compra de cada motor producido bajo licencia con Louise Sarazin, y le daba a ella el derecho de entregar las patentes Daimler a la empresa Panhard & Levassor por el 20 por ciento del precio, quedándose con el 8 por ciento para ella. La base de este acuerdo fue la suposición de que se vendería alrededor de 30 motores por año en Francia, un número que, sin embargo, no estaba ni cerca de ser alcanzado hasta 1891. «Estos acuerdos entre Gottlieb Daimler y la Sra. Sarazin por un lado, y entre la Señora Sarazin y Emile Levassor por el otro, pusieron la bases para toda la industria automotriz francesa», declaró una publicación conmemorativa de Daimler-Benz AG en 1950.
La Exposición Mundial en París
Los principales diseños de Daimler se mostraron en la Exposición Mundial en París entre mayo y octubre de 1889 y atrajeron un interés considerable. En consecuencia, el fabricante de bicicletas Peugeot empezó en el diseño automotriz usando motores Daimler de Panhard & Levassor. En el informe de la Exposición Mundial publicados en 1890, el motor de vehículos de alta velocidad Daimler se describió como «el diseño más notable».
Otros empresarios tuvieron la misma opinión. Después de la exhibición, los trabajos de otros ingenieros franceses se ofrecieron a usar las patentes bajo licencia Daimler. Pero Gottlieb Daimler mantuvo su palabra y permaneció fiel a su socia comercial. El 1º de noviembre de 1889 Daimler le dio a Louise Sarazin una garantía escrita de que solo ella tenía los derechos de comercializar las patentes en toda Francia y Bélgica, con la única condición de que los productos tuvieran el nombre Daimler.
Después de eso, la relación comercial entre la empresaria Louise Sarazin y el fabricante de autos Emile Levassor se profundizó y los acercó en el ámbito privado, y en consecuencia se casaron el 4 de mayo de 1890. Fue un golpe de suerte para Gottlieb Daimler que los fabricantes Panhard & Levassor, y la señora Sarazin-Levassor tuviesen la licencia Daimler en Francia. Los socios comerciales se encontraban regularmente para intercambiar ideas. En realidad fue Emile Levassor quien no perdió tiempo en producir los vehículos. Estaba convencido que la velocidad de los automóviles sería la mejor forma de publicidad de los motores Daimler. Estos probaron su enorme éxito en la primera carrera competitiva de la historia, realizada entre París y Rouen en julio de 1894: de 21 vehículos en la largada, 15 llegaron con éxito, y nueve de esos estaban equipados con motores Panhard-Levassor construidos bajo licencia Daimler; incluyendo un Benz de 3 caballos Vis-à-Vis. El éxito de la participación en las carreras también se veía como una razón para el grado de entusiasmo del automóvil en Francia, que en los primeros días era mucho mayor que en Alemania, el país de su invención.
Sin embargo, fue la velocidad del motor que finalmente también probó ser fatal para el marido de Louise Sarazin-Levassor. En la carrera París-Marsella-París en septiembre de 1896, Emile Levassor fue lanzado de su vehículo cerca de Avignon y quedó gravemente herido. Murió por las herida apenas seis meses después, el 14 de abril de 1897, a la edad de 54 años.
Hoy, Emile Levassor es conocido en Francia como el "padre del automóvil". Aunque la contribución que hizo su esposa al éxito del invento es frecuentemente ignorada. Pero esta empresaria fue la primera concesionaria Daimler en Francia, una mujer que creyó en el éxito del automóvil, que convenció a los excepticos del valor del revolucionario invento alemán y que presentó a Emile Levassor con Gottlieb Daimler. Esos fueron sus logros; y mientras no deben exagerarse, tampoco deben subestimarse.
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